Los expertos en ecología y nutrición sostienen que la biodiversidad favorece la salud del hombre y el equilibrio del medio ambiente. Sin embargo, la diversidad de la alimentación mundial está disminuyendo a un ritmo alarmante: no sólo nuestra dieta se está volviendo cada vez más limitada, sino que también nos enfrenta a un futuro incierto en cuanto a la seguridad alimentaria. Afortunadamente, aún estamos a tiempo de evitarlo.
Hoy abordamos este asunto apremiante, explicando por qué la diversidad es tan importante para nuestra salud y para la seguridad de la alimentación mundial. Comprenderemos algunas de las causas de esta inquietante situación, antes de ofrecer unas sugerencias de cómo nosotros podemos ayudar a aumentar la diversidad.
El organismo del ser humano es muy complejo, requiriendo hasta cien compuestos y elementos químicos para mantener un estado óptimo de salud. Los productos animales proporcionan un pequeño porcentaje de ellos, pero la mayoría se encuentran en las raíces, los brotes y las hojas de las miles de plantas comestibles del planeta.
Esto, tal vez nos resultará difícil de comprender ya que muchas de las plantas que nuestros ancestros han cultivado desde hace miles de años están agonizando. Solamente a lo largo de los últimos cien años, hemos perdido el 75% de la variedad genética de la cosecha mundial y cada seis horas se extingue una variedad única de vegetal.
Hablando de nuestra salud, esta decadencia de la diversidad alimenticia junto con el consumo creciente de la carne y las comidas manufacturadas, da como resultado el aumento de enfermedades relacionadas con la dieta, como diabetes, cardiopatías y cáncer.
¿Por qué la biodiversidad está disminuyendo tan drásticamente?
En todo el mundo, nuestras dietas están convergiendo debido a la globalización de la agricultura, es decir la monocultura de la alimentación. Una gran cantidad de alimentos nativos, locales y nutritivos tales como el mijo, el sorgo, el centeno, la mandioca y la oca, entre otros muchos, son cada vez menos comunes. Y sólo tres alimentos proveen 60% de las calorías y las proteínas del mundo: el trigo, el maíz y el arroz.
Motivada por fines lucrativos, la agricultura a gran escala y la monocultura alimenticia dependen de las plantas modificadas genéticamente y el empleo de pesticidas para conseguir cosechas mayores, pero… ¿a qué precio? No sólo los pesticidas privan a las plantas de los micronutrientes de la tierra, sino que también los alimentos resistentes a estos químicos ponen en peligro a miles de otras variedades de plantas y alteran todo el ecosistema. Como consecuencia, la escasa variedad genética aumenta el riesgo de plagas en las cosechas.
Irónicamente, este estilo de monocultivo y megacultivo no se justifica en términos de escasez de alimentos, porque la tierra ya produce 20% más calorías de lo necesario para alimentar a toda la población y un tercio de los alimentos se desperdicia, lo cual se podría evitar si se diera prioridad a la distribución de los alimentos. Es más, la producción industrial de carne y de lácteos disminuye la diversidad porque el ganado consume el 35% de todos los cereales cultivados; y 3500 millones de personas podrían ser alimentadas si recibieran estos cereales que se emplean para alimentar al ganado.
¿Hay algo que yo pueda hacer?
Afortunadamente, sí. Aunque la noción de un sistema de alimentación global revolucionado parece fuera de nuestro alcance, es simplemente una cuestión de cambiar hábitos y de animar a otros para que lo hagan también. Os ofrecemos unas sugerencias para ayudar a incrementar la biodiversidad en la comida:
- Cultivar y sembrar
- Recobrar las raíces del pasado
- Consumir conscientemente
- Conocimiento local
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