Todos somos parte del sistema alimentario global. Las elecciones que hacemos en cada comida tienen una influencia directa en la forma de producir alimentos de los agricultores y ganaderos que están en la raíz del sistema. Aun así, lo cierto es que muy pocas veces pensamos en esto cuando estamos haciendo la compra en la tienda.
Pero en un día como hoy – el Día Mundial de la Alimentación 2014, con el lema “Agricultura familiar: alimentar al mundo, cuidar el planeta”- tenemos la oportunidad de pararnos a pensar, y mirar a este tema tan vital con un enfoque más global.
La alimentación está en el corazón de muchos problemas ambientales, y WWF pretende, con su proyecto ‘LiveWell for LIFE’, contribuir a avanzar hacia un sistema alimentario sostenible y sano tanto para las personas como para el planeta. Una dieta sana y sostenible es esencial para lograr este vital objetivo, y estas son tres razones muy claras para adoptarla:
1. Nuestra dieta tiene un impacto sobre el planeta
La producción y distribución de alimentos son uno de los principales factores que provocan el cambio climático. Además, son la causa de la pérdida de biodiversidad y destrucción de los hábitats: no hace mucho tiempo, gran parte de la tierra que ahora usamos para cultivar alimentos era el hogar de vida salvaje. Entre 1990 y 2008, el consumo de Europa para la alimentación o para pastos provocó la pérdida de al menos 5,2 millones de hectáreas de bosques: un área de casi el doble del tamaño de Bélgica.
La sed de la agricultura tampoco deja de crecer. La producción de alimentos tiene un impacto masivo sobre los recursos hídricos y sobre los ecosistemas de agua dulce, tanto por la extracción directa para riego, como por la contaminación por fertilizantes procedentes de las áreas de cultivo o ganaderas.
2. Nuestra dieta tiene un impacto sobre las personas
Sabemos que solo tenemos un planeta, pero si todo el mundo viviese como el europeo medio, necesitaríamos 2,6 planetas para satisfacer nuestra demanda de recursos naturales. Esto no sólo supone una gran presión sobre los ecosistemas y la biodiversidad, también para personas a lo largo y ancho de todo el mundo.
La FAO (la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) estima que 842 millones de personas sufren malnutrición crónica, la inmensa mayoría de ellas en países en desarrollo. Según el Programa de la ONU para el Desarrollo, los impactos del cambio climático –aumento del nivel del mar, sequías, olas de calor, inundaciones y cambios en los patrones de lluvias- podrían arrastrar a otras 600 millones de personas a la malnutrición en el año 2080.
El hambre y la pobreza pueden empujar a la gente a realizar un uso insostenible de los recursos para sobrevivir. Si no solucionamos estos problemas, nos arriesgamos a entrar en una espiral en la que la pobreza y el cambio climático se realimentan mutuamente.
3. Nuestra dieta tiene un impacto sobre nuestra salud
El sistema alimentario global está enfermo. Mientras el 12% de la población mundial está malnutrida, más de 1.400 millones de personas sufren sobrepeso por un excesivo consumo de calorías.
El imparable aumento de la obesidad está ligado a la globalización de la dieta occidental. Esta dieta –con un consumo excesivo de carne, productos lácteos, grasas, sales y azúcares- es una de las principales culpables del aumento de problemas de salud como la diabetes de tipo 2. Los casos de esta enfermedad, indicadora de una dieta insana, se han doblado entre 1990 y 2010: y los expertos alertan de que si siguen los patrones alimentarios actuales, podría duplicarse de nuevo en los próximos 20 años.
Pero podemos comer de un modo distinto. Con cambios pequeños en nuestra dieta diaria, como los que propone el proyecto ‘LiveWell’, es posible mejorar nuestra salud y la del planeta. Y, además, ayudar a los pequeños productores que están en el corazón de un sistema alimentario sostenible.
Fuente original: WWFespaña
No hay comentarios:
Publicar un comentario