lunes, 19 de enero de 2015

Deberíamos considerar buen tiempo al que no se contradice con el período estacional. Los ciclos biológicos de los seres vivos y el tiempo meteorológico están relacionados, si hace calor cuando tiene que hacer frío los biorritmos de los seres vivos se alteran originando resultados catastróficos

CUANDO EL TIEMPO ES MAL TIEMPO

Según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) el año 2014 ha sido extremadamente cálido en España, con una temperatura media de 15,96ºC, lo que supone un aumento de 1,33º C respecto a la media histórica y lo convierte en el segundo año más cálido desde que se tienen registros, por detrás de 2011 y por delante de 2006. Estamos en la década de los récords.

A nivel global, los datos obtenidos por la Administración para el Océano y la Atmósfera de Estados Unidos (NOAA) son todavía más inquietantes, pues indican que 2014 ha sido el año más caluroso del que se tiene registro, superando en 0,68ºC la media del siglo XX.
Y aunque es demasiado aventurado y poco riguroso intentar hacer un pronóstico del 2015 cuando apenas llevamos dos semanas de año, ante las altas temperaturas que se están registrando como consecuencia del anticiclón y con la previsión de la Aemet de un primer trimestre con valores superiores a los normales en toda España ¿no les parece que este nuevo año también apunta maneras?

Por todo ello se hace urgente revisar el popular concepto de “buen tiempo” con el que tradicionalmente solemos referirnos a los días soleados y de temperatura agradable. Porque tal vez no sea así.

Deberíamos considerar buen tiempo al que se corresponde con el período estacional que atravesamos. La fenología es la ciencia que observa la relación entre el tiempo meteorológico y los ciclos biológicos de los seres vivos, una relación que puede verse alterada cuando la meteorología y el calendario entran en conflicto.

Si hace frío cuando debe hacer calor, o viceversa, los biorritmos de los seres vivos se ven alterados y deben recurrir a la adaptación como recurso de supervivencia. Pero en ocasiones no es posible adaptarse. Si eres un ser humano el acomodo es fácil. Ajustas tu vestimenta y la climatización del hogar a la nueva situación y ya está. Pero si eres una planta y tras un amago primaveral llegan las heladas y te pillan a medio germinar el resultado puede ser catastrófico: tanto para la planta como para las esperanzas de quien la cultiva.

A cada día su afán, decía Teresa de Ávila. Y aplicado a cuestiones meteorológicas el famoso aforismo refleja la necesidad de que a cada estación le acompañen sus temperaturas. Porque si las anomalías se convierten en costumbre, si las alteraciones meteorológicas se prolongan en el tiempo y dan paso a una alteración del clima, buena parte de los procesos biológicos que de común vienen sucediéndose en la naturaleza se verán alterados, y eso puede tener consecuencias difíciles de predecir a todos los niveles.

Por todo ello deberíamos incorporar el hábito de hablar de buen tiempo cuando las temperaturas se corresponden con el calendario. Más allá de lo muy confortable que pueda resultarnos (que lo es) pasear en manga corta en pleno mes de enero por una ciudad del norte. Porque si eso deja de ser una excepción, si la anécdota se convierte en pauta, será malo: mal tiempo para todos y para todo.


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