La prefectura del estado de Río de Janeiro logró finalmente en junio de este año la clausura del basural que comenzó a operar hace 34 años. No fue una tarea fácil. Este verdadero gran foco infeccioso, ubicado irónicamente frente a la icónica Bahía de Guanabara era la fuente de trabajo de 6.000 personas dedicadas al reciclaje en las peores condiciones de salubridad.
Con el cierre de Gramacho, un programa de reinserción social ha indemnizado a los recicladores con cerca de US$7.000 y reciben clases de distintos oficios para su subsistencia. En cuanto a la basura, su destino final es ahora la Central de Tratamiento de Residuos (CTR).
Las autoridades esperan lograr la recuperación del área en unos 15 años, pero el futuro de Gramacho será la generación de energía. Se construirá una planta de biomasa para transformar el metano propio de la descomposición de los desperdicios de este relleno en gas.
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