EL "BOLETAIRE" INCÍVICO
Solo se ama lo que se conoce. Por eso defiendo la idea de que para avanzar hacia una mayor conservación de la naturaleza es necesario darla a conocer. Si lográsemos una mayor vinculación de los ciudadanos con el entorno natural aumentaría a su vez el respeto por el medio ambiente. Y en ese sentido promover la afición por las setas puede ser una buena manera de que la gente acuda al bosque, constate su alto valor ecológico y convenga en la necesidad de preservarlo.
Ahora bien, cuando esa propuesta se lleva a cabo desde los medios de comunicación es imprescindible añadir unas gotas de prevención al mensaje apelando a la responsabilidad individual y el sentido común, dos herramientas mucho más indispensables que el cesto y la navaja cuando visitamos una arboleda.
Porque tras pasear estos días por el bosque tengo que dar la razón a los lectores que nos señalan la necesidad de prevenir el impacto ambiental de las actividades al aire libre que se promueven desde los medios, como por ejemplo la recolección de setas en esta época del año.
Es estimulante observar cómo la naturaleza sigue ejerciendo tanta fascinación en nuestra sociedad. Solo hay que circular un sábado por la mañana por una de las carreteras que conducen al Berguedà, el Ripollés o la Cerdanya para comprobar que éste es un país deboletaires, es decir, de amantes de la naturaleza.
Pero ¿verdaderamente ama la naturaleza quien arranca todas las setas que encuentra a su paso, levanta el musgo y la hojarasca o tira el paquete de cigarrillos al suelo en mitad del bosque? ¿Qué lleva al boletaire aficionado a dejar su coche aparcado en mitad de un prado, derribar alambradas y pasos de ganado o emprenderla a gritos en mitad del bosque para comunicarse? Este tipo de comportamientos son el mejor embajador de nuestro fracaso: el fracaso de los que promovemos el contacto con la naturaleza para propiciar su respeto.
Quizá estemos dedicando más esfuerzos a mostrar las diferencias entre una llanega y una amanita que a inspirar el respeto por el bosque en su conjunto; a indicar dónde acudir para disfrutar de la afición que a promover un comportamiento responsable entre quienes la practican. Porque respetar la naturaleza tiene que ver con el civismo antes que con el ecologismo.
Antes de enseñar a la gente a buscar setas e invitarla a acudir a los bosques para recolectarlas deberíamos explicar a todos la fragilidad del hongo y del resto de seres vivos que habitan el ecosistema forestal, a los que tanto daño puede ocasionar una conducta inadecuada.
Pero de la misma manera que el incivismo de aquellos que empuñan el manillar para imponer su ley sobre las aceras no debe impedir que reivindiquemos el uso de la bici, la insensatez de los girasetas no ha de reprimirnos a la hora de promover la belleza del bosque otoñal y animar a su disfrute: una de las mejores herramientas de seducción que tiene la naturaleza.
Fuente original: lavanguardianatural
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