miércoles, 23 de abril de 2014

Cuaderno de Medio Ambiente

ATEÍSMO CLIMÁTICO

El ateísmo climático es un concepto con el que propongo identificar al movimiento ideológico basado en la negación del fenómeno de calentamiento global que sufre el planeta.

Los argumentos que emplean sus predicadores se basan en una negación del todo absurda, la de la verdad más irrefutable del cambio climático: su base científica. Poco importa que dicha verdad se esté manifestando de diversas maneras y en todo el planeta, como por ejemplo con el aumento del nivel del mar, la alteración de los biorritmos de las plantas o la intensidad de los fenómenos meteorológicos violentos.

Para los negacionistas del cambio climático esos procesos, perfectamente identificados y anunciados por los científicos, no obedecen al aumento de la temperatura media del planeta anotada por los observatorios meteorológicos de todo el mundo. Ocurre que dichos observatorios no tienen intenciones: no interpretan, no evalúan, no deducen. Su instrumental científico tan solo expresa, revela y atestigua que la temperatura media del planeta está aumentando, y que además lo hace de una manera constante desde hace ya varias décadas.

En paralelo, otro conjunto de observatorios certifica que la causa del aumento es el incremento no natural de los denominados gases con efecto invernadero en la atmósfera. Un aumento que, expresado en partes por millón (ppm) de CO2, no ha dejado de producirse desde la revolución industrial y que está asociado en buena parte a la quema de combustibles fósiles.

Las herramientas tecnológicas que registran ese aumento tampoco tienen ideología. Los datos demuestran que el nivel de CO2 atmosférico ha alcanzado ya las 400 ppm, una proporción que no se daba en la Tierra desde hace casi tres millones de años.

Certezas científicas y desestabilización

Las consecuencias de ambas certezas científicas sí que están por establecer, pero de lo que no cabe duda es que van a ser desestabilizadoras, pues están alterando las condiciones climáticas de las que ha disfrutado nuestra especie a lo largo de su historia en el planeta y a las que nos hemos logrado adaptar a lo largo de nuestra evolución.

Lo que no sabemos es si seremos capaces de adaptarnos a un incremento en la temperatura media superior a los 2 grados centígrados, sobre todo si sucede de una manera tan rápida como anuncian algunos de los modelos climáticos elaborados por los científicos. Unos modelos que en su mayor parte van mucho más allá de dicho incremento, situándolo por encima de los 6 grados.

Tampoco sabemos si lograremos desarrollar a tiempo una respuesta tecnológica que nos permita retirar el exceso de CO2, todo ese gas residual que hemos vertido a la atmósfera con la quema desmesurada de combustibles fósiles, y devolver su presencia a los niveles pre-industriales.

En cualquier caso, permanecer de brazos cruzados esperando una u otra solución hará de éste hermoso rincón del universo un lugar cada vez menos confortable y seguro.
El ateísmo climático, una superstición equivalente al creacionismo, la quiromancia o la astrología, propone desatender esta última conclusión para concentrarnos en la adaptación o la solución tecnológica.

No quiere oír hablar de reconvertir procesos industriales o buscar alternativas de transporte que nos permitan reducir emisiones, ni de abandonar los combustibles fósiles para impulsar las energías limpias y renovables. Por eso es, a mi juicio, un movimiento ideológico involucionista que debe ser contestado con dos de nuestras principales herramientas: la ciencia y la razón.


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